2. No hables demasiado. La mayoría de la gente o habla o hace. Es
mejor hacer.
El individuo debe ser coherente con sus impulsos y
necesidades, porque ellos le indican su Tao, su senda en esta vida y eso para
lo que ha venido. Cuando uno es coherente con sus impulsos internos todo su ser
se alinea en congruencia entre lo que siente y lo que hace. Cuando eso ocurre,
la llave del cielo baja hasta su mano, en el sentido que recupera la
comunicación con el motivo por el que fue creado y se le concedió vivir en la
Tierra.
Todos estamos en permanente comunicación con lo
divino, como afirma la física cuántica, todos llevamos en nuestro interior una
semilla divina, todos podemos considerarnos un dios y una diosa. Ese poder nos
ha sido concedido para realizar nuestra misión en la vida y el nexo con ese
poder tiene un puente que hace posible la comunicación entre nuestro corazón y
el corazón universal.
Los impulsos internos son el mapa y la brújula con
la que hemos sido dotados desde nuestro nacimiento, mientras que el puente es
la comunicación permanente de la que disponemos para recibir ayuda del cielo,
pero todo ello solo funciona con un principio: congruencia.
Si hablamos y no hacemos nos será imposible ser
congruentes con nuestras inquietudes más profundas, entonces perderemos el
puente, nuestro mapa y nuestra brújula carecerán de sentido. ¿Para qué una
brújula si no sigo la aguja que me lleva a mi norte?
Si hablas y no actúas pasarás de puntillas por la
vida, si actúas y no hablas habrás sido tú siguiendo tu guía interior en busca
de la congruencia, la llave de tu poder divino.
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