Cuando nos fijamos en algo todo el tiempo, esto puede dañar los ojos y
también los órganos internos y nuestra paz.
Hay algo que las personas perspicaces han observado si están
acostumbradas a sacar la excelencia de sí mismas, y es que no pueden por más
que lo intenten mantener un nivel de rendimiento al más alto nivel en una labor
si ésta va más allá de los 40 minutos. Estos mismos resultados han obtenido en
experimentos de laboratorio los científicos estudiosos del cerebro humano, ya
durante el pasado siglo XX: el ojo y el cerebro humano, no pueden enfocarse a
su mayor nivel durante más de cuarenta minutos en una labor. Estos 40 minutos
son una especie de fusible para preservar nuestra salud.
¿Por qué esto es así? ¿Por qué este secreto Shaolín conoce esto desde
hace siglos?
Los secretos Shaolín, no son nada más que axiomas de la Medicina
Tradicional China y de la Manopuntura Constitucional Coreana que la acupuntura
ha hecho famosos debido a sus logros en la salud humana.
La teoría de la Acupuntura Constitucional, explica que la esencia es
el flujo más puro que los órganos pueden “destilar” en el cuerpo humano. Esta
esencia es referida a la médula espinal y ósea, semen masculino y la sangre
menstrual. Materias que para sintetizarlas o destilarlas, los órganos
literalmente se estrujan energéticamente para poderlas producir, ya que son
prioritarias biológicamente para la permanencia de la vida sobre el planeta. La
médula es vital para los inputs nerviosos y tanto el semen como la sangre
menstrual son fundamentales para generar vida.
Cuando los ojos realizan un trabajo de fijación excesivo se
recalientan, pero son constantemente hidratados y nutridos gracias a la esencia
de los 12 órganos que es conducida hasta ellos por medio de la sangre.
Del mismo modo que si queremos refrigerar una máquina necesitamos
continuamente reponer el líquido que esta refrigeración evapora, para
refrigerar los ojos ante un trabajo excesivo, los órganos se ocupan
constantemente de ir reponiendo la sangre y esencia que se “evapora” como
consecuencia de intentar mantener los ojos en buen estado ante el
recalentamiento que un excesivo trabajo de la vista provoca. ¿Quién no ha sentido
calor en sus ojos cuando realiza trabajos intelectuales ante una hoja de papel
durante horas?
Cuando esta situación se convierte en rutina, los ojos terminaran por
dañarse al tiempo que los órganos se ven debilitados a causa de intentar
mantener constantemente el flujo de energía que la vista necesita. Por eso en
ocasiones ante trabajos desmedidos de este tipo la persona puede comprobar como
empeoran o aparecen síntomas como: mareos, palpitaciones cardíacas,
enrojecimiento facial y ocular, nauseas, dolor de cabeza, irascibilidad, etc.
Siendo todo ello indicaciones de que nuestros órganos no pueden seguir
sustentando la excesiva demanda de nuestros ojos, y debilitados ya, comienzan a
mostrarnos señales.
Imaginemos ahora lo que
los modernos aparatos tecnológicos (tablets, PCs, Móviles, Televisores, etc.)
pueden estar causando en nuestros ojos y en nuestros órganos cuando ya, no solo
estamos focalizando los ojos en ellos durante horas, sino que además esa fuente
emana luz y radiaciones, aspectos que en una hoja de papel no concurren.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar realizar
pausas cada cuarenta minutos mirando a lo lejos en el cielo, beber agua,
masajearnos los ojos o incluso sumergirlos y abrirlos en agua fría unos
segundos o seguir las piruetas de los vencejos en el aire. Tenemos modelos de
trabajo que buscan una productividad salvaje lo cual afecta indefectiblemente a
nuestra salud, debemos en la medida de lo posible acercarnos al uso para el que
cada una de las partes que nos componen fue ideada, y sin duda alguna los ojos
no fueron creados para producir salvajemente, sino para mirar libres en lo
salvaje.
Intentemos cada uno de
nosotros permanecer en lo salvaje y natural, miremos a lo lejos en el horizonte
y a lo alto en los cielos al menos diez minutos cada cuarenta durante los
trabajos intensos con la vista. Nuestros ojos lo agradecerán, nuestros órganos
no sufrirán tanto y nuestro corazón suspirará salvaje envuelto en los espirales
de pájaros y nubes. ¡Salud y saber hacer!.
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