miércoles, 1 de abril de 2015

Secreto nº 7. Cuando hagas las cosas, tómate tu tiempo, no te apresures demasiado. Recuerda el dicho “Apresúrate lentamente que pronto llegará”.


Nuestro modo de vivir “civilizado” es terriblemente exigente para nuestra salud. En lo salvaje todo tiene su tiempo, y aunque nos parezca pausado y lento, todo finalmente termina por llegar.


En las sociedades civilizadas solo reza un eslogan: ser el más rápido, el más completo, el mejor, ser el más…productivo. Cuando hacemos de ese rezo nuestra oración diaria, los problemas no van a tardar en aparecer. Uno comienza a tener prisa por lograr resultados evidentes, con lo que el estrés hace acto de presencia y con él trastornos tan civilizados como: ansiedad, insomnio, úlceras digestivas, familias desestructuradas, enfermedades nerviosas, todo un vivir sin haber vivido.




Recuerdo en mi adolescencia una situación, haciendo autostop me recogió un hombre de negocios de mediana edad en un flamante vehículo de gama alta. Realizó el recorrido por la autopista a 180 km/h sin mediar palabra durante una hora aproximadamente, estaba pero no estaba "presente". Como mi destino le pillaba de paso, al llegar detuvo el vehículo en el arcén, y al bajarse para darme la maleta me dijo deteniéndose solo un instante: vive la vida chaval, se pasa volando, se pasa volando, exclamó dos veces. Y miró levemente el suelo sintiendo que así se había pasado ya su vida. A continuación arrancó el vehículo apresuradamente y siguió, supongo yo, su viaje a 180 km/h.


Lo tomé como un mensaje de un poderoso y civilizado hombre de negocios, al que se le fue su vida sin vivir salvaje. Cuando vivimos al ritmo de lo salvaje y natural, sabemos esperar porque realmente no estamos esperando, estamos viviendo ese momento, andando el camino a ritmo pausado. Entonces en ausencia de prisa, uno puede detenerse y mirar el arco iris un instante, saborear el Qi de la ráfaga de viento que asoma a nuestro cara, pararse a oler una flor, en definitiva vivir los acontecimientos desde la consciencia del momento pausado, del instante presente con sus regalos.
Desde que un agricultor planta el trigo hasta que lo comemos en forma de pan en nuestra mesa han de pasar cerca de nueve meses. Ahora nuestra ambición civilizada pretende conseguir dos y más cosechas de algunos productos que la naturaleza ha dispuesto que sean recogidos una sola vez al año. ¿Somos más inteligentes que la propia Naturaleza? O estamos abriendo el vientre de la gallina de los huevos de oro llamada Madre Tierra ¿?


Cuando vivimos en lo salvaje, los resultados también llegarán, pero no cuando el rezo del “más rápido y más productivo” quisieran, sino cuando lo salvaje determine en su sabiduría natural que debe ser, sucediendo por sí solo mientras andamos el camino recogiendo y viviendo sus regalos.



Vive salvaje, apresurado de modo lento, y cuando por fin llegue lo que pretendes mucho antes de lo que imaginabas, estarás gozoso del resultado final, y aunque la vida también se haya pasado volando, estará impreso en nosotros la vivencia de esa flor, ese arco iris, esa ráfaga de Qi en el rostro, eso te dejará saciado de vida, eso te deja en paz.




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