Cuando una persona está de modo permanente realizando actividades físicas, está gastando su energía nerviosa yang o de activación. Las necesidades energéticas para realizar este tipo de trabajo se satisfacen “quemando” energía yin del organismo. La energía yin se extrae de los órganos y proporciona autonomía hasta que se termina agotando.
Es como si quisiéramos tener un hogar encendido permanentemente suministrando troncos de leña de la leñera, pero si no reponemos la leña (yin) tarde o temprano se agotará y nos quedaremos sin fuego (yang).
El modo que tiene el organismo de reajustar y reponer la “leña” o energía nutritiva yin, es el descanso. Entrar en períodos de descanso profundo, como los que facilitan la meditación o el Qi Gong entre otras técnicas, hace posible que las energías del organismo se dirijan hacia adentro a sus niveles más profundos (órganos), en un movimiento de retracción de las energías del mismo modo como se recogen hacia el interior las antenas de un caracol, regenerando de este modo nuestra energía más nutritiva y los órganos.
Cuando no descansamos a estos niveles y continuamos realizando ejercicios físicos de intensidad cada día, el organismo entrará en desequilibrio produciéndose las típicas lesiones deportivas tendino musculares, lesiones que en algunos casos y a pesar de los insistentes tratamientos no podrán restaurarse, puesto que el problema reside no en el músculo o tendón, sino en el hecho de que el organismo no dispone ya de nutrición yin para regenerar la lesión.
Por otro lado si no hay yin (leña) no podrá existir fuego (yang), por lo que el deportista comenzará a presentar desgana, apatía, incluso depresión, falta de chispa, frilosidad en extremidades, y si aún así continua ejercitándose seguirá el empeoramiento de síntomas que evidencian agotamiento del yang por falta de energía yin que lo sustente: palpitaciones, diarreas, mareos, etc.
Lo mejor de uno mismo solo podemos alcanzar a darlo desde un estado de equilibrio, los extremos son débiles, porque a ambos les falta la energía que lo complementa. Tanto un exceso de ejercicio como un exceso de actividad solo traen desequilibrios y trastornos.
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